Una tarde, en un prado verde dólar de la aldea conocida como City, Siggarkha meditaba, cuando en una de esas, se le acercó un grupo de jóvenes veganos pro verdes. El pro feta sin abrir los ojos, los interrogó, diciendo así: "Qué mierda quieren jipis del orto?" los veganos se miraron entre sí, deleitados hasta la inanición por esa demostracion de tercer ojo en forma que tenía Siggarkha, y le dijeron: "Oh, gran pro feta, tenemos a esta hermana que no ha sido iniciada aún en la virtud de Krishna, está más buena que fumar porro en el taj mahal, pero nadie ha podido convencerla aún de que preste su Nueva Dehli a nadie. Qué debemos hacer?" El joven sabio abrió entonces los tres faroles y contempló a una bella gringuita con más leche que La Serenísima, Sancor y La Paulina juntas. "Haced una ronda simulando ser corredores de bolsa que la pegaron" indicó a los jipis. "Despojadla de sus ropas y dejadla en el medio del círculo" Así fué hecho, por los nabucodonosores, al tiempo que Siggarkha se ponía en pelotas igualmente y se acercaba a la muchacha "ven, oh, veganita alzamendi, y flexiona tus piernas a mi alrededor, siéntate. Siéntate en el pasto, y sentirás a Ganesh mover su trompita en unos instantes" Los veganos, que además de veganos eran unos pelotudos bárbaros, cantaban "Si se puede, si se puede" un mantra de la dinastía Sumatra, mientras el Pro Feta abrazaba y alguna cosa le hacía a la gringuita porque en instantes todo se volvió promiscuo y apareció Ritondo dispuesto a todo.
Siguió andando las sendas del país cantando sus verdades a los cuatro vientos "No os quedará una puta Rupia en los bolsillos de vuestros náuticos de organza, vaciaré las reservas del estanque mágico y derramaré recién cuando haya saciado el largo listado de discípulos y acólitos que hace doce años que no pueden bramaputrizar un solo chelín. Deberán aprender los secretos de la magia ancestral para poder morfar. Así les voy a dejar las busardas"
Pese a todo, el 51% de la población de las aldeas parecía inmune a sus advertencias y lo vivaban con un entusiasmo propio de subnormales ante una de Disney. Cansado, decidió comenzar a menti y vió que el resultado era el mismo. Dijera lo que dijera, los incautos pobladores de la comarca lo idolatraban, se sentía una suerte de flautisa de hamelin, pero con baile, en este caso.
Finalmente, decidió hacer un voto de silencio, no pronunciar una sola sílaba más. Por temor a que, de tanto mentir, Vishnu lo castigara con la reencarnación en un Peronista. Al tercer día de mantener un obstinado y disciplinado silencio, vió con horror, como en sus manos se grababan palabras que advertían de sus intenciones a la población. Estaba perdido, la naturaleza desnudaba sus intenciones, ya no había lugar donde refugiarse... qué hacer en este caso? que haría nuestro Pro Feta? (CONTINUARÁ...)
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