lunes, 10 de enero de 2011

9, 10, 11

Se dicen cosas. Se las machaca. Una y otra vez. Se gana una batalla cultural. Se esclarece. Se da cuenta de la realidad. Sirve. Se avanza. Se estanca. Nadie es capaz de señalarlo. Se marchita, Se empieza a dejar de ser. Se empieza a empezar a copiarse a sí mismos Se pierde la valentía. Se clavan límites como muros. Se va más acá, cuando se había nacido para ir más allá. Se asumen roles que no se deben tener, asumo. Ni Barone, ni Russo, ni la gran esperanza joven blanca y progre Carrasco, ni... El que me hizo sonreír y entender de que se trata mi realidad fué Julio Piumato.


No hay comentarios:

Publicar un comentario