Por eso dura hasta nuestros días.
Y como somos populares, y tenemos tantas injusticias para gritar
decidimos forjar, parir, blandir a los vientos nuestro propio grito de guerra
Así surgió este clamor que hunde sus garras en lo más profundo de nuestra raíz, y se eleva hasta esas montañas magníficas que -dicen- no son operadas.
Desde estas humildes latitudes y longitudes, decimos:
HASTA LA VICTORIA ONETTO!
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